“Gypsy”, el film protagonizado por Nathalie Wood que recrea la vida de Gypsy Rose Lee y narra sus inicios en el mundo del Burlesque, nos regala esta escena, en la que sus compañeras de camerino le explican qué y cuán necesario es tener un
gimmick:
Para las genuinas artistas del Burlesque clásico, el gimmick (“truco” en castellano) es una pieza indispensable de su universo artístico y de su identidad como artista.
Podía ser un movimiento característico, una parte de su cuerpo, un color, un elemento, un tipo de música, una habilidad específica o una forma de caminar.
Como habrás sospechado, el gimmick es eso que te caracteriza, que te hace única y te distingue de todas las demás. Es eso que, incluso antes de salir a escena, tu público ya está esperando de ti y que recordará para siempre.
Durante mi época como artista de Burlesque, usé varios gimmicks que me dotaban de esa peculiaridad y distinguían la presencia de mi personaje en escena, dejando al público con ganas de volver a encontrarlos la próxima vez. Uno de ellos era mi pelo rojo fuego, al que sacaba partido realzando los colores de mi vestuario.
Otro, lanzar de forma espontánea e inesperada círculos de confetti de seda que lo llenaban todo de colores.
Y, mi favorito, el que me aportó un delicioso éxito y que aún me acompaña: La Mona.



En el año 1968 la bellísima Sherry Britton acudía al show televisivo de Joan Rivers. Entre bromas y confidencias descubría cuál era su gimmick.
“Sin lugar a dudas, mi gimmick es mi pelo. Siempre lo he llevado muy largo. De hecho, hubo un tiempo que me llegaba hasta los tobillos y es el mejor material para insinuar que puedes usar”




La artista de “la figura de muerte” y alto coeficiente intelectual nació el 28 de julio de 1918.
Detestaba el Burlesque, pero fue una de las primeras grandes artistas reconocidas de la época, siendo considerada la número 1 desde finales de los años 30.
Sherry Britton – de nacimiento Edith Zack – supo sortear los vaivenes que el Burlesque tuvo que sufrir debido a las prohibiciones. E hizo una larga y fructuosa carrera como actriz de teatro y cantante de cabaret.


Dicen que, sobre el escenario y en foto, la Britton siempre parecía mucho más alta de lo que era en realidad.
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Volviendo a Sherry Britton, sobre el escenario fue considerada una artista salvaje, feroz, sexy, de buen gusto.
En persona, dicen que era dulce, entusiasta, inteligente y una luchadora.
Fue, como otras tantas colegas de la época, prohibida y censurada en algunos de sus shows por ser considerada demasiado atrevida.

Edith sobrevivió a una terrible infancia de abandonos, maltratos y violaciones. Su madre intentó abortar antes de que Edith naciera y la abandonó con dos años. Su padre no se responsabilizó de ella y pasó su niñez entre horfanatos y casas de acogida.
Siendo adolescente, fue acogida por una tía que acabó echándola y golpeándola. Y fue otra de sus tías, la misma que la crió cuando nació, quien la apartó de aquella vida y la introdujo, a sus 16 años, en el mundo del baile y el Burlesque.
Sherry Britton adoptó su nombre artístico de una botella de Harvey’s Bristol Cream que vio en el escaparate de una licorería.
Odiaba el Burlesque, aunque alcanzó un gran éxito siendo muy joven y se mantuvo en la cima durante muchos años. Se divertía actuando en los clubs nocturnos, pero ella anhelaba actuar en los teatros.
Por eso, usaba en sus shows música clásica y otras músicas diferentes a las que utilizaban las otras artistas.
Y empezó a cantar y bailar en pequeños espectáculos de vodevil que había en los clubs.

Durante la segunda guerra mundial, Sherry Britton actuó ante las tropas y realizó un tour por los hospitales, visitando a todos los soldados que estaban heridos. Por esta labor fue galardonada como Brigadier General.
En el año 1969 abandonó el Burlesque.
Protagonizó más de 53 shows en Broadway.
Y en 1971 se retiró.
Edith Zack no había podido ir al instituto, pero a la edad de 63 años se graduó Magna Cum Laude en Derecho en la Universidad de Fordham.



En el Burlesque, sentí que había dos de mí. Una, en el escenario. Y la otra, viéndome actuar para todos los imbéciles de la audiencia… me parece increíble que alguien pudiera haber vivido esa vida y sobrevivido con algún sentido de respeto por sí mismo o compasión o amor por la humanidad. Me asombra. Pero gracias a Dios seguí siendo una persona decente y cariñosa
Sherry Britton, la artista de Burlesque que odiaba el Burlesque.
La mujer de la figura de muerte, de la cortina de pelo negro, de diminuta cintura y alto coeficiente intelectual.
Odió el Burlesque tanto como triunfó en él.
Supo sacar todo el partido a su figura, a su gusto musical y sus ganas de interpretar, cantar y bailar…
Y a su gimmick.
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Susana
