Querida Tempest:
Me pongo tu camiseta muchísimas veces, pero ayer me la puse por algo especial.
Y es que ayer hizo un año que ya no estás en carne y hueso sobre este escenario.
Supongo que ahora estás más conmigo que antes. Y, por fin, has podido comprobar quién, al otro lado del charco, hablaba tanto y tanto y tan insistentemente a muchas personas de ti.
Sí, ahora sabes que era yo.
Y que lo sigo haciendo.
Que sigo hablando de ti como la Diosa del Burlesque que siempre has sido y siempre serás.
La más grande.
Reina. Referente. Imprescindible.
Te escribo estas líneas para volver a darte las gracias, como siempre, por haber construido un estilo y un sentido que dieran grandeza a esto tan pequeño que es el Burlesque.
Gracias a ti he sido mejor artista.
Y gracias a ti soy mejor profesora.
Descansa en paz, querida Tempest.
Tu legado está a salvo con nosotras.
